K.G.: Hay varios, pero principalmente me quiero centrar en dos. El primero es que los sistemas tributarios surgieron como respuesta a necesidades locales de cada país y existen principios de soberanía muy fuertes respecto de los sistemas tributarios, principalmente, pero fiscales en general.

Ahora, el hecho es que estamos en una realidad totalmente distinta, en la que los países, sus necesidades, sus relaciones comerciales, todo está como mezclado, y no existe un mecanismo, un espacio en el que se tomen definiciones sobre principios, reglas, directrices globales sobre las que todos actúen y que den un piso de qué esperar del sistema.

Entonces en este momento cada país hace lo que puede con la información que tiene, con la experiencia que tiene, con las demandas propias de su situación, pero esto genera huecos legales porque entre un país y otro lo que se pide de los agentes tributarios es distinto distinto y esto da brechas de las que mucha gente se aprovecha. Esto resulta en que, en términos de evasión, se pierde aproximadamente en Latinoamérica 6,7% del PIB regional.

P: ¿Cuál es el impacto particularmente en Argentina?

K.G.: Argentina pierde aproximadamente el gasto promedio en salud o 1,5 veces el presupuesto destinado a educación. No es para nada despreciable.

P: ¿Cuáles son los mecanismos más recurrentes para luchar contra la evasión?

K.G.: Uno muy fuerte por ejemplo es garantizar el cumplimiento del impuesto a la renta corporativo, hoy las multinacionales evaden el 80% del tributo.

A nivel global existe la convención fiscal en el marco de Naciones Unidas. A nivel regional existe el “pacto fiscal para Latinoamérica”, donde básicamente es un “pongámonos de acuerdo”. En los mecanismos que existen de negociación, más allá de que no tenemos mucha representación en nuestra región, tampoco nos ponemos de acuerdo antes de ir a presentarnos a esas esferas. Entonces, nuevamente, mientras más diferencias territoriales haya, más brechas para que se fugue el dinero existen.

P: ¿Por qué los países no logran ponerse de acuerdo? ¿Están influenciados por presiones de otros sectores de poder, lobby empresarial?

K.G.: Y bueno, muchas cosas. Por ejemplo, en Europa existe un Gobierno regional, la Unión Europea, que te obliga. Latinoamérica no lo tiene. No hay una representación ahí, entonces, como si alguien no está de acuerdo, solo se sale de la conversación y no pasa nada.

El tema de los manejos de poder seguramente existe, sobre todo en una región en la que tuvimos el mayor incremento en multimillonarios durante la pandemia, pero yo siento que es primariamente el hecho de que tenemos sistemas que son muy distintos, muy heterogéneos y además no tenemos una autoridad central que diga esto se hace.

P: Apenas iniciado su mandato, el presidente Javier Milei recomendó “comprar dólares y fugarlos”. Si se pueden comprar “en negro” mejor, porque así, dijo el mandatario “no hay que pagar un montón de impuestos estúpidos”. ¿Cómo toma estos comentarios provenientes de una figura presidencial?

K.G.: Nuevamente, se da en un contexto en el que el gasto de gobierno es principalmente la única herramienta que tienes para proporcionar una sociedad que sea justa y que permita a todos y todas tener alguna oportunidad . Es una irresponsabilidad también en el sentido de, al ser parte de un país, adquieres derechos y obligaciones. Y una de estas obligaciones normalmente es cumplir con lo que la Ley determina, sea de cualquier tipo. Si estás moviendo tus dólares para incumplir con una de estas leyes, pues entonces no está bien.

P.: Sin embargo, una discusión planteada a nivel mundial y que interpeló a los argentinos en las elecciones tiene que ver con el reflejo del pago de los impuestos en la calidad de los servicios públicos. Emmanuel Álvarez Agis, economista argentino, planteó recientemente que el problema del contribuyente promedio está en que no logra ver su esfuerzo plasmado en la infraestructura pública porque los más ricos no pagan sus impuestos, deteriorando la capacidad contributiva. ¿Piensa lo mismo?

K.G.: Otra de las fallas del sistema fiscal actual es que quién más poder tiene, normalmente tiene las herramientas para que la carga no recaiga sobre ellos.

Si en Argentina hay tanta evasión, tanto incumplimiento tributario, si las tasas de nuestros sistemas se perciben como altas, pero no tanto como las que mantienen los países en desarrollo, donde los sistemas públicos funcionan mejor, entonces sí, uno de los problemas es la regresividad.

Luego hay otro tema: nosotros, como ciudadanos y ciudadanas, tenemos la obligación de exigir, ¿no? En las urnas es el momento en el que también somos parte, porque elegimos básicamente el sistema que nos va a gobernar.

P.: ¿Cuál es el rol de Argentina en la OCDE? ¿Mantiene participación activa?

K.G.: Depende del tema, pero en realidad los países de la OCDE que integran la región han estado más del lado del silencio y la abstinencia, sobre todo en la conversación de Naciones Unidas, han habido pocas intervenciones respecto de la posición de cada uno. Por eso también nosotros hemos visto la necesidad de empujar con nuestras contrapartes nacionales, porque a veces también es falta de información. A veces te llegan 500 mil papeles un día antes y tienes 24 horas con tu equipo para revisar todo eso y tomar parte en una votación. Entonces, a veces en nuestros casos no hay recursos, no hay gente, hay otros incendios que estás apagando.

P.: ¿Cómo se entiende hoy un sistema fiscal progresivo? ¿Qué características debe tener?

K.G.: Para mí tiene dos elementos principales. En la teoría, lo único que implica la progresividad es que el que más tiene, más paga. Ahora, el tema de “qué es tener” ha cambiado mucho en el tiempo y eso es lo que nuestros sistemas no están siendo capaces de responder. Antes eran tus ingresos, pero ahora se suman NFT, criptomonedas y otro tipo de cosas que los sistemas tributarios actuales ni siquiera imagina.

Lo segundo que para mí tiene la progresividad, aunque de forma más implícita, es la coherencia. Coherencia en términos de los incentivos que promueve. Porque un impuesto no solo es la recaudación, un impuesto es la guía comportamental que está dando a quienes está tributando, por ejemplo, un impuesto sobre las botellas plásticas, te está diciendo “no quiero que consumas botellas plásticas”, por eso te estoy cobrando por esto que estás haciendo.

Sin embargo, se supone que todos estamos de acuerdo en que no hay que deforestar la Amazonía (Brasil), que hay que cuidarla, que es probablemente una de nuestras pocas esperanzas en este ambiente de cambio climático. Pero imagínate que las corporaciones que explotan en la Amazonía Brasileña para temas de minería reciben subvenciones de hasta 85% de su impuesto a la renta para explotaciones. Esto es 0% coherente con lo que se supone que en términos comportamentales debe buscarse desde el sistema fiscal.

P.: En Argentina acaba de aprobarse un paquete fiscal que incluye un aumento de la cuota del monotributo y la restitución del impuesto a las Ganancias, al tiempo que una reducción progresiva del impuesto a los Bienes Personales, en consonancia con la promoción de un blanqueo de capitales. ¿Esto tiene coherencia, según sus términos?

K.G.: Lo último que me acabas de decir, que puedes adelantar los cinco siguientes periodos para darte una forma de descuento. Es como que te consumes el bosque amazónico para tener una ganancia ahora. Claro. Exactamente lo mismo. Es una locura. El tema de los monotributistas que me dijiste, nuestra realidad como región es que el 70% de los trabajadores y las trabajadoras son informales. La afectación de este sector, que es de los menos privilegiados porque normalmente los sistemas de seguridad social no incluyen a este grupo, incluso si haces aportaciones como propias, por ejemplo, en Ecuador, si contribuyes voluntariamente, incluso así no tienes acceso a los mismos beneficios que si tuvieras un trabajo formal.

P.: Entiendo que presentaron los primeros resultados de lo que es el monitor fiscal para las personas y el planeta, vinculado a lo que tiene que ver con las políticas de cuidado. ¿Nos puede adelantar algunas conclusiones respecto a este monitor?

K.G.: El monitor surgió tras la pandemia, con el que analizamos los presupuestos estatales que se destinaron a enfrentarla, quiénes formaban parte del público objetivo. Y lo que se encontró allí es que dos terceras partes se iban hacia el sector empresarial grande. Entonces, si hubo recursos, pero son los que se destinaron principalmente a un grupo que no era el sector social. Entonces, tras esta primera etapa, lo que se dijo luego es cómo hacer un análisis parecido, pero que no sea específicamente de la pandemia, sino más sobre un poco la seguridad social y así.

Paralelamente, el cuidado es básicamente todo lo que necesitamos para existir. No obstante, las condiciones en las que se ofrece el cuidado son bien difíciles en el sentido de que si eres trabajador de sectores como salud, educación o trabajo doméstico, seguramente eres de los que menos paga reciben en nuestra región. Si eres trabajadora doméstica, el 80% son informales, o sea, no tienen ningún tipo de afiliación.

Bueno, queremos entender cómo se están utilizando los presupuestos que están asociados al cuidado. El cuidado, o sea, el sostenimiento de la vida debería ser un bien público, debería ser bien público en el sentido de que es una responsabilidad social de no solamente las familias, sino también de las comunidades y del Gobierno. En la región, las mujeres son las que se encargan del 76% de la provisión de cuidados, y esto significa que en la semana una mujer dedica aproximadamente 30 horas más de trabajo. No importa de qué trabajes, no importa lo que estudies, no importa lo que hagas, no importa qué edad tengas, en qué lugar vivas, tienes que dedicarle 30 horas a cuidar a tu familia y entonces son 30 horas menos que tienes para trabajar, para estudiar, para desarrollarte, de cualquier forma que te quieras desarrollar.

Imagínate que eso significa aproximadamente 8,5 o 9 millones de horas semanales subsidiadas por las mujeres, por el trabajo de las mujeres en la región. ¿Te imaginas que todo eso fuera reconocido de alguna forma? Claro. Bueno, entonces eso fue por qué se eligió el tema del cuidado como primer vínculo.

P.: ¿Piensan en alguna estrategia concreta para que este sector pueda recibir una gratificación por su labor?

K.G.: Las dos principales partes que estamos revisando son el tema de impuestos a las corporaciones y el impuesto a las grandes fortunas. Porque sí, nuevamente la progresividad debería ser el centro de los sistemas fiscales, pero no lo es. Y entonces una de las iniciativas que nosotros consideramos en esa línea es que, de verdad, se aproveche esta oportunidad.

Por ejemplo, en Brasil hubo una propuesta de poner un impuesto a las grandes riquezas, al 0.03% de la población, con una recaudación calculada en 8 mil millones de dólares al año, sin tocar al trabajador promedio.

Hay una oportunidad gigante y la idea es vincular las necesidades respecto del cuidado, en términos de estructuras como en términos presupuestarios, con las oportunidades que ofrecen estas herramientas como los impuestos de la riqueza y una mejor tributación a las corporaciones.

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