El año 2022 es considerado como un año de transición entre lo que fueron las elecciones de medio término del 2021, las cuales generaron una ruptura puertas adentro del oficialismo, y la elección presidencial del año próximo. Durante un tiempo, el plan del gobierno era simplemente aguantar hasta el 2023, sin embargo, muchos contratiempos hicieron que ese plan se volviera inviable y los obligara a reaccionar antes de tiempo.

Argentina transita un momento sumamente complejo, en el cual convergen shocks externos negativos, conflictos internos políticos y un desequilibrio de las cuentas públicas que llevan a la economía a consolidarse en un esquema inflacionario de 3 dígitos.

En medio de este contexto llega Sergio Massa a liderar el Ministerio de Economía, una designación un tanto inquietante como predecible, con el objetivo de redefinir la política económica, algo que Martín Guzmán no pudo hacer y Silvina Batakis ni tuvo tiempo de intentar.

El desafío es muy grande. Este nuevo equipo económico se ve en la obligación de consolidar las cuentas públicas, fortalecer las reservas, retornar al superávit de balanza comercial y domar las variables económicas, como la inflación y el tipo de cambio.

Críticas al Plan Massa

Los cuestionamientos al Plan Massa no tardaron en llegar. Están quienes dicen que, debido al exceso de pesos en la economía, cualquier tipo de ajuste fiscal que quieran implementar será insuficiente. Por otro lado, están aquellos que creen que, por más que tengan toda la política económica a favor para implementar el recorte del gasto público, la aceleración inflacionaria es motivo suficiente para ocasionar fisuras insalvables al plan de Sergio.

Con respecto a la inflación, además del dato mensual, empezó a inquietar la frecuencia con la que los precios empezaron a aumentar. Hasta hace unos meses atrás, si bien la inflación se sentía, la mayoría de los productos modificaban sus precios una o dos veces en el mes, es decir, no todos los productos variaban sus precios todas las semanas del mes.

Ahora, lo que se empezó a identificar, es que todos los bienes alteran sus precios todas las semanas, con lo cual la dinámica y frecuencia inflacionaria empezó a acelerarse. Un contexto inflacionario está marcado por dos cuestiones, el porcentaje y la frecuencia de variación. Cantemos bingo que tenemos cartón lleno.

Tal es así que, Matías Tombolini, el nuevo secretario de Comercio Interior, no solo que relanzó el programa de Precios Cuidados con el objetivo de volver a tener precios de referencia, sino que sugirió un seguimiento de los precios semana a semana, convalidando la idea de que la frecuencia de aumento de precios durante el mes se aceleró.

Por otro lado, el esquema cambiario argentino hace tiempo que viene estando en la mira. Con tanto revuelo político los dólares alternativos se dispararon y la brecha con el dólar oficial supera el 100%, lo cual inmediatamente se convierte en un desincentivo a exportar y un estímulo a importar.

Esto se vuelve un círculo vicioso. Con la intención de frenar la salida de dólares por la partida de las importaciones, el gobierno interviene aplicando cada vez más restricciones. Esto hace que el importador cambie el régimen de formación de precios. Como muchos ya no pueden importar más a dólar oficial, el cual valuaría la mercadería a $ 137,40, por haber cubierto el cupo habilitado por el MULC (Mercado Único y Libre de Cambios), aquel que quiere traer mercadería del exterior lo está haciendo a través de los dólares alternativos, ya sea MEP o CCL, lo cual pasó a valuar la mercadería a un tipo de cambio que coquetea con los $ 300. Un poquito más de combustible para la inflación.

Cada vez es mayor el consenso de que el tipo de cambio oficial necesita corregir su valor. En un tiempo, se volverá insostenible que siga corriendo a la inflación desde atrás. Para el mes de agosto la inflación mensual está proyectada entre el 6,5% y 7,0% mientras que, si comparamos la cotización oficial de la fecha frente al valor de igual día del mes anterior, nos devuelve una tasa de devaluación en torno al 5,5%.

Con todo esto sobre la mesa, será muy difícil que la economía crezca. Para este año la expectativa está puesta en un crecimiento del PBI en torno al 2%. Este crecimiento se debe en su mayoría al arrastre estadístico positivo que dejó el año pasado. La situación se torna más crítica de cara al año 2023, en primer lugar, porque el presente año no dejará ningún impulso positivo, por lo que la economía deberá crecer por mérito propio de la evolución de las variables macroeconómicas durante el mismo año. Por otro lado, por el año 2023 es año electoral, con las complicaciones que eso conlleva.

A pesar de eso, recientemente el INDEC presentó los datos del Estimador Mensual de Actividad Económica, el cual permite anticipar las tasas de variación trimestrales del producto bruto. A junio 2022, el índice general mostró un crecimiento interanual de 6,4%. Si analizamos lo que ocurrió durante el segundo trimestre, en promedio varió de forma positiva 6,5%. Este debería ser el incremento interanual real del PBI al segundo trimestre de este año, sin tener en cuenta el efecto inflacionario.


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