«Las tendencias recientes de la economía mundial y de los mercados financieros son buenas noticias para América Latina», afirmó Alejandro Werner, Director del Departamento del Hemisferio Occidental del Fondo Monetario Internacional al dar a conocer hoy la actualización de las perspectivas económicas del organismo para América Latina y el Caribe.

El FMI también mejoró su estimación para el crecimiento de la Argentina correspondiente al 2017, ajustándolo hacia arriba 0,4 puntos hasta 2,8%, aunque espera una leve desaceleración de la actividad económica para este, ya que proyecta una variación del producto bruto interno de 2,5%.

La estimación de 2,8% para el 2017 se encuentra en línea con las últimas estimaciones de las consultoras privadas. Precisamente ayer se dio a conocer el Estimador Mensual de Actividad Económica y, con estos datos consultoras como Ecolatina calculan que el crecimiento del año pasado fue 2,8%, en tanto que otra, ACM, pronosticó entre 2,7 y 2,8%. En todo caso, se encuentran por debajo del pronóstico oficia del orden del 3%. El Fondo explica que el consumo en la Argentina se benefició del avance de los salarios reales y que la inversión también se aceleró, incluso en el sector privado.

No obstante, prevé que «el crecimiento disminuya ligeramente a 2,5 por ciento en 2018, debido a la contención fiscal y monetaria». Nuevamente la proyección del FMI es inferior a la estimación del gobierno de Mauricio Macri que espera un aumento del orden del 3,5% en el PBI.

Werner señaló que se espera que «la inflación seguiría retrocediendo, suponiendo que haya una moderación salarial», al tiempo que puntualizó que «la reducción del déficit fiscal primario debería contribuir a contener las presiones de apreciación del peso y el deterioro de la cuenta corriente».

La actividad económica argentina también se verá beneficiada por la mejor performance esperada para su principal socio comercial, Brasil. El FMI considera que «tras la grave recesión de 2015 y 2016, la recuperación económica se está afianzando gracias al consumo privado y a la inversión».
Werner apuntó que «hemos revisado al alza significativamente el pronóstico de crecimiento de Brasil en 2018, en relación con el informe de octubre de 2017». Sin embargo, advirtió que «el incierto desenlace de las elecciones generales de 2018 podría obstaculizar el crecimiento económico».

América Latina

«El crecimiento mundial y el comercio internacional están cobrando ímpetu y, según nuestras previsiones, ese auge continuará en 2018» dijo Werner al referirse a las perspectivas de Latinoamérica y agregó que el aumento de los precios de las materias primas también ha colaborado con el repunte de la región.

Favorecida por esta mejora del entorno mundial, el Fondo considera que la recuperación económica de América Latina también «está cobrando ímpetu, a medida que las recesiones de algunos países (Brasil, Argentina y Ecuador) llegan a su fin». Al respecto dijo: «Estimamos que el crecimiento regional fue de 1,3 por ciento en 2017 (frente al 1,2 por ciento proyectado en octubre), y proyectamos que la actividad se acelerará a 1,9 por ciento en 2018 y 2,6 por ciento en 2019».

Se trata de una mejora que de todas formas no deja de resultar modesta en comparación con el crecimiento que vienen experimentando el resto de los mercados emergentes. Al respecto, según la última actualización del organismo, los emergentes y los países en desarrollo habrían experimentado un crecimiento de 4,7% el año pasado y se proyecta un aumento de 4,9% para el presente, es decir más del doble que Latinoamérica.

El consumo y las exportaciones fueron los principales impulsores del crecimiento latinoamericano del año pasado. Según Werner «es alentador constatar que la inversión ya no es un lastre y se prevé que sea un factor importante para la aceleración del producto este año y el próximo».

Otro elemento a favor es que «la inflación retrocedió significativamente en 2017 en muchos países, dejando cierto margen para una política monetaria más acomodaticia».

Un punto aparte merece el análisis de Venezuela donde el organismo estima que la crisis continúa con una disminución del PBI real del orden 15% en 2018 lo que significa «que la contracción acumulativa del PBI desde 2013 sea casi de 50%». Las causas, según explica el FMI, se ubican son el «resultado de significativas distorsiones microeconómicas y desequilibrios macroeconómicos exacerbados por el colapso de la exportación petrolera; este último tuvo origen en la fuerte caída de los precios del petróleo ocurrida a mediados de 2014 y continuó más recientemente con el desmoronamiento de la producción nacional. Venezuela seguirá liderando el ranking mundial de inflación ya que la escalada de precios supero el 2.400% el año pasado 2017 y que ronde 13.000% en 2018, explicada por «el financiamiento monetario de profundos déficits fiscales y la pérdida de confianza en la moneda nacional».

Riesgos

Pese al panorama favorable, el FMI advierte que «varios riesgos podrían hacer trastabillar la recuperación de la región». En este sentido señala que las elecciones programadas en muchos países rodearán de incertidumbre la situación económica y política». También alerta sobre «las presiones para adoptar políticas aislacionistas en las economías avanzadas -manifestadas por ejemplo en el repliegue de la integración transfronteriza- y los factores como las tensiones geopolíticas mundiales y los fenómenos meteorológicos extremos podrían acentuar la incertidumbre».

Asimismo, Werner sostuvo que «las condiciones en los mercados financieros podrían hacerse más restrictivas si la inflación aumentara más de lo esperado en Estados Unidos o si las vulnerabilidades financieras internacionales se acumularan debido a una toma excesiva de riesgos durante el dilatado período de tasas de interés muy bajas y escasa volatilidad de los precios de los activos», concluye el documento publicado en el blog de Alejandro Werner sobre la Actualización de las Perspectivas Económicas para América Latina y el Caribe.

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