El Banco Central termina junio en rojo. Se trata del peor mes para la dinámica de las reservas de la era Milei. Los problemas, que se anticiparon y llegaron en un mes que debería haber dejado un saldo positivo en materia de divisas por la cosecha gruesa, recalentaron las presiones sobre el dólar y el mercado advierte sobre un agotamiento del esquema cambiario. Sin embargo, Luis Caputo y Santiago Bausili descartaron una devaluación y reafirmaron la continuidad del dólar blend, al tiempo que ratificaron que aún no hay fecha para la salida del cepo.
Este viernes, el BCRA tuvo que vender otros u$s38 millones. Así, a lo largo de junio, acumuló un saldo negativo de u$s84 millones. El número generó preocupación. Antes de iniciar el mes la expectativa estaba puesta en que el resultado fuera claramente positivo y se ubicara en un nivel no muy inferior a los u$s2.532 millones que compró en mayo. Las reservas brutas, en tanto, terminaron en u$s29.016 millones, apenas u$s352 millones por encima del nivel del 31 de mayo, a pesar de que en el medio el Fondo Monetario Internacional desembolsó alrededor de u$s790 millones.
En las mesas de la City, entre operadores y analistas, los comentarios versaron esta semana sobre las señales de agotamiento del esquema cambiario que implementó hasta acá el equipo económico: crawling peg del 2% mensual que llevó a comerse casi por completo el efecto de la megadevaluación de diciembre, sostenimiento del dólar blend que vuelca el 20% de la liquidación de las exportaciones al mercado del contado con liquidación (CCL) y continuidad del grueso de las restricciones cambiarias ante la insuficiencia de reservas para garantizar una salida del cepo sin sobresaltos. Pero el Gobierno, que anunció este viernes un cambio en la política monetaria, ratificó la continuidad de la política cambiaria.
Uno de los síntomas percibidos por el mercado fue el parate en la recomposición de reservas. En ello impactaron las presiones del agro por un mayor tipo de cambio, el progresivo cierre de la ventana que había abierto el pisotón al pago de importaciones a partir del acceso cuotificado al dólar oficial, la continuidad del blend y el estancamiento de los préstamos en moneda extranjera, que se habían disparado a partir de marzo y habían inflado la oferta de divisas en los meses previos (ya que por normativa deben ser liquidados).
El mercado presiona sobre el dólar
Otra de las manifestaciones se dio en la dinámica de los dólares paralelos. El blue escaló 11,4% en junio, al tiempo que el CCL subió cerca de 9% y el MEP, más de 10%. Esto llevó la brecha cambiaria al filo del 50%, un nivel que no se veía desde hace cinco meses y que suma complejidades a un panorama comercial que está por ingresar en el momento más desfavorable del año para las arcas del BCRA. Así quedó reflejado en la última revisión del Fondo Monetario Internacional, que incluyó en la recalibración de metas la perspectiva de que en el segundo semestre las reservas netas perderán u$s2.200 millones. De hecho, en una afirmación inusual, el propio Presidente dijo este viernes, en una entrevista con La Nación +, que están en condiciones de perder hasta u$s4.000 millones en los próximos meses.
El mercado de futuros del dólar también se hizo eco de las expectativas de los agentes económicos. Este viernes volvieron a subir las cotizaciones en todos los plazos a partir de julio y los contratos de Matba-Rofex (una de las plazas que ofrece este tipo de cobertura cambiaria) ya pricean una aceleración significativa del ritmo de devaluación que deje atrás el crawling del 2% mensual: para julio, esos números auguran un alza del tipo de cambio oficial 5%; para agosto, 5,5%; para septiembre, 4,8%; para octubre, 5,2%; para noviembre, 5,3%; y para diciembre, 5,3%. “Es muy elocuente la suba de los futuros. El mercado parece leer que el esquema cambiario actual está agotado”, le dijo a Ámbito un operador.
Dólar: Gobierno ratifica su política cambiaria
Sin embargo, el Gobierno no se hace eco de esa percepción de insostenibilidad cambiaria. En una conferencia de prensa, Caputo y Bausili ratificaron la política cambiaria actual e intentaron anclar las expectativas de los agentes económicos con el anuncio de un cambio en la política monetaria: se eliminarán totalmente los pasivos remunerados del BCRA para terminar con la emisión que implica el pago de intereses y se trasladará esa deuda (unos $17 billones) a la cuenta del Tesoro, que deberá afrontar el mayor costo con un ajuste fiscal adicional.
En el plano cambiario, nada nuevo bajo el sol. El ministro de Economía y el presidente del BCRA descartaron de plano una devaluación (“no tiene ningún sentido”, dijo Caputo), reafirmaron la continuidad del crawling peg del 2% mensual y también la continuidad del dólar blend. Pese a las exigencias del Fondo en contrario plasmadas en el último Staff Report, los funcionarios aseguraron que el organismo no les hizo ningún pedido al respecto. Fuentes del FMI se limitaron a manifestar su beneplácito por los anuncios de política monetaria.
Además, señalaron que la salida del cepo quedará para una tercera etapa del programa, sin fecha, que ocurrirá cuando consideren que estén dadas las condiciones para una apertura sin sobresaltos. Caputo se limitó a estimar que la retrotracción de la alícuota del impuesto PAIS al 7,5% (que subió esta misma gestión al 17,5%) podría materializarse entre agosto y septiembre.
Hubo dos argumentos. Que el Gobierno no tiene un objetivo de tipo de cambio real, es decir, que no ven señales de atraso cambiario. Y que el saldo negativo para las reservas de junio no les preocupa: Bausili hizo hincapié en la estacionalidad negativa de la liquidación en el tercer trimestre, adelantó que se perderán u$s3.000 millones hasta septiembre y atribuyó el hecho de que el problema se haya adelantado a junio a las mayores importaciones de energía (que el Gobierno tuvo que contratar de urgencia en mayo ante la imprevisión de la llegada de las bajas temperaturas).
La próxima semana será clave para ver cómo reacciona el mercado al mensaje oficial. La evolución de la brecha cambiaria y de las cotizaciones del dólar futuro serán un buen termómetro para ver si se disipan las percepciones de insostenibilidad del esquema cambiario o, por el contrario, continúan las presiones devaluatorias.