Respaldos patagónicos a Río Negro
Durante su cruzada para ganar la megainversión de YPF y de la petrolera estatal malaya Petronas, Weretilneck delineó una hoja de ruta sin turbulencias con la Casa Rosada. El apoyo de su senadora, Mónica Silva, fue clave para la aprobación de la ley Bases y el Paquete Fiscal en la Cámara alta. Luego, a través de la luz verde de la Legislatura, Río Negro se convirtió en la primera provincia en adherir formalmente al Régimen de Incentivo a las Grandes Inversiones (RIGI). La siguieron municipios locales como Sierra Grande y San Antonio Oeste.
Por goteo, el mandatario fue sumando el respaldo de sus pares de la región. El primero en hacer público su apoyo fue Rolando Figueroa, de la vecina Neuquén. «Apoyamos a Río Negro para la instalación de la planta de GNL. Celebramos que una provincia hermana de la Patagonia sea considerada para esta gran inversión, porque va a permitir también redistribuir oportunidades hacia el interior del país», dijo el gobernador del MPN díscolo.
Precisó, a la vez, que «poder exportar GNL nos brinda un horizonte de progreso a toda la región patagónica, que impactará positivamente en la economía nacional» y que «la ubicación en Sierra Grande ofrece ventajas técnicas, así como la licencia ambiental y social que la posicionan como la mejor opción para la construcción de un puerto específico que nos permita exportar nuestro gas al mundo». La declaración era esperable, ya que ambas provincias se mueven en espejo y son las que mejor sintonía muestran puertas adentro de la liga.
En distintos momentos, Figueroa y Weretilneck reclamaron en conjunto el traspaso de rutas en manos de Nación para hacerse cargo de su mantenimiento, acordaron la reactivación y puesta en valor del Tren del Alto Valle y actualmente comparten pedidos por la situación de las represas hidroeléctricas.
Dos días después, el 27 de julio, el chubutense «Nacho» Torres se sumó al tándem e hizo pública su preferencia por Río Negro para instalar la planta. Entre sus argumentos, el dirigente del PRO consideró que «Río Negro cuenta con ventajas competitivas indudables» y una «una receptividad a las inversiones que justifican sobradamente a esa plaza como destino final para el desarrollo del proyecto de YPF-Petronas y muchos otros por venir».
«Llegó la hora de que el desarrollo industrial y agregado de valor se hagan en la Patagonia, para así vencer el destino netamente extractivista que predominó sobre nuestra región», señaló Torres, al tiempo que sostuvo que «de la mano de estos proyectos se desarrollará un nuevo polo productivo en la región, aprovechando todos los productos y suproductos obtenidos del proceso principal».
Fiel a su estilo tiempista, el último en sumarse al scrum fue Claudio Vidal, quien procura una gestión puertas adentro, sin demasiadas excursiones por fuera de los límites provinciales. Siguiendo la línea de sus pares, el santacruceño dijo preferir que la planta de GNL se haga en la Patagonia.
«Soy un gobernador patagónico, como tal quiero el puerto para poder exportar GNL en la Patagonia. Lo quiero en Río Negro. Lo quiero en la tierra desde donde se extrae el recurso que da tanta riqueza Siempre se le dio prioridad a Buenos Aires y no es justo. Siempre nuestra riqueza termina allí, para que luego nos impongan condiciones en los precios, los recursos, el abastecimiento y la distribución», protestó en las redes sociales.
A la par, le manifestó a Weretilneck que cuenta «con el apoyo del gobierno y el pueblo de Santa Cruz». «Aquí lo acompaña un pueblo valeroso y digno, que sabe defender sus derechos», sostuvo el gobernador. Vidal todavía es una incógnita para los partidos nacionales, ya que se mueve con autonomía en todos los frentes. Con Nación sostiene una relación tirante. Sus senadores, José Carambia y Natalia Gadano, votaron en contra de la ley Bases y pusieron en jaque su aprobación.
La parálisis en las obras de las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic y la intención de La Libertad Avanza (LLA) de privatizar Yacimientos Carboníferos Río Turbio (YCRT), entre otras diferencias, son heridas abiertas en Río Gallegos.
Las fisuras en la liga patagónica de gobernadores
No obstante, pese al apoyo santacruceño, la foto no fue completa. Esta vez no hubo comunicado del sello Patagonia, que meses atrás supo ganarse las primeras planas políticas bajo el slogan «Provincias Unidas del Sur», una suerte de alianza de autodefensa ante los constantes desafíos que llegaban desde Buenos Aires en el marco del Plan Motosierra.
Para redondear la totalidad de los seis líderes patagónicos faltaron Sergio Ziliotto y Gustavo Melella, los dos sureños que integran UP. Sucede que, en un peronismo diezmado y falto de conducciones, polemizar con Axel Kicillof -la otra parte interesada en la pulseada por la planta de GNL- hubiera significado una turbulencia interna de la coalición peronista. Tanto Ziliotto como Melella se mantuvieron intransigentes: no apoyaron ni la ley Bases ni el paquete fiscal, no firmaron el Pacto de Mayo y tampoco estuvieron en la postal tucumana.
Los quehaceres domésticos, a la vez, mantienen ocupados a los dirigentes. El fueguino, por ejemplo, ya se lanzó en la aventura de una reforma constitucional, en la que carga con los fantasmas de una re-relección no confirmada aún pero criticada desde distintos espacios. Ziliotto, en tanto, se había reunido semanas atrás n La Pampa con Kicillof, impulsando una agenda común entre ambos distritos.
Quien tomó la palabra en su lugar, montando una diplomacia pampeana paralela, fue el exgobernador peronista Carlos Verna. «YPF decidió instalar la nueva planta de GNL en Río Negro. ¡Una buena noticia para la PATAGONIA y para los trabajadores petroleros de Río Negro, Neuquén y La Pampa!», lanzó el histórico dirigente.
Luego, redobló la apuesta: «La Pampa forma parte de la Región Patagónica sin beneficio de inventario. El Gobernador de La Pampa integra la Liga de Gobernadores Patagónicos y los Diputados Provinciales de La Pampa integran el Parlamento Patagónico. La Pampa nunca será el patio trasero de Buenos Aires».
Esas tensiones están latentes y en algunos casos se expresan de manera subterránea. Uno de esos episodios ocurrió en la crew rionegrina. Conocida la adjudicación de la planta de GNL en la provincia, el senador de UP Martín Doñate festejó: «Gran Noticia! Celebramos con enorme alegría que la gran inversión que tiene proyectada nuestra empresa nacional YPF y Petronas (Malasia) se desarrolle en nuestra provincia de Río Negro». «Que le sirva a los rionegrinos y al conjunto de los Argentinos», apuntó.
El mensaje no pasó inadvertido en el oficialismo de Río Negro, que le contestó a través del legislador Juan Martín. «Menos mal que ahora le vino el amor por Río Negro. Una lástima que no lo sintiera a la hora de votar por el RIGI y que sus legisladores tampoco lo tuvieran a la hora de aprobar la adhesión provincial, que en definitiva hicieron posible la inversión», disparó el dirigente de Juntos Somos Río Negro, facturándole a Doñate su pertenencia al peronismo, que le habría hecho bajar la tensión con Kicillof.
Y aunque los propios jefes provinciales mantienen buen diálogo y sostienen un vínculo fluido, la Liga Patagónica perdió el volumen que exhibió hacía apenas meses, cuando, en plena disputa con Milei, amenazó con «cerrar la llave» energética del país. Ese aglutinamiento se expresa hoy en pronunciamientos personales y pequeñas alianzas coyunturales. Mientras que Weretilneck y Figueroa sostienen un eje, Torres y Vidal pivotean de acuerdo a la coyuntura. Mellela y Ziliotto se atan a la orgánica de la coalición celeste.
Ni siquiera la restauración de la cuarta categoría del Impuesto a las Ganancias -un ítem que genera rechazo de los seis caciques por igual- empujó una foto grupal o acciones coordinadas. «Si Torres quiso liderar el espacio en algún momento, entonces esperamos que mueva él», evaluaron con acidez desde una provincia patagónica. En el verano, el chubutense osciló entre ser mediador con la Casa Rosada por la reforma pesquera y encabezar una rebelión por los hidrocarburos.