La gran novedad es que es una herramienta que la Provincia no tuvo. Al menos en la historia actual no estaba. Lo que veíamos siempre se basó en la construcción de una casa de cero, pero hay muchas familias que lo ven como algo lejano y, teniendo casa, no tenían quizá las herramientas para generar las reformas o las obras necesarias”, sostiene el ministro de Hábitat y Desarrollo Urbano, Agustín Simone, en diálogo con Ámbito. Y agrega: “El sector financiero no tiene hoy una herramienta similar. Lo vemos como una política muy importante y generadora de grandes movimientos en la economía”.

Periodista: ¿Cuál es la oferta con la que cuentan aquellos que deseen anotarse para participar del programa?

Agustín Simone: Tenemos asignado un presupuesto de 20 mil millones y calculamos que nos va a dar para unos 50 mil créditos porque hay tres líneas de refacciones: chica, grande y ampliaciones. Va de los 40 mil pesos hasta los 750 mil de la ampliación. Y, haciendo un promedio de las distintas opciones, nos da para 50 mil créditos.

Periodista: ¿A qué equivale ese 60 por ciento de gente que tiene una casa pero que no tiene las condiciones necesarias? ¿Y qué porcentaje se logrará cubrir con esos 50 mil créditos?

A.G.: Estamos esperando los resultados del Censo. Pero como piso equivale a unas 600 mil viviendas. Por lo que estaríamos llegando a un 8 por ciento de la gente. La cuestión de estas políticas es mantenerlas en el tiempo. No vamos a resolver el déficit habitacional en dos años. Pero bajar el déficit en casi un 10 por ciento es un montón. La idea es ir renovándolos.

P.: Uno de los grandes destacados es que se trata de créditos sin tasa de interés en el que nunca el valor de la cuota puede crecer más que los salarios.

A.G.: Claro. No tienen tasas de interés, pero sí una actualización del capital. Está topeada para que no tengamos problemas como los tuvo el UVA. Si esto funciona bien y tenemos disponibilidad presupuestaria inyectaremos más dinero. Ahora, tras la primera tanda, tendremos una devolución y, a partir de esto, veremos cómo se puede mejorar. Al ser la primera vez, veremos el impacto y las demandas de las familias.

P.: ¿La situación actual resignifica el concepto de “tierra arrasada” que instaló el gobernador tras la gestión de María Eugenia Vidal?

A.S.: Sí, se nota más. En vivienda, Cambiemos pensaba que el Estado era una molestia. Que las viviendas eran vía bancos y el estado era un estorbo. Ellos llevaron todo para el camino del UVA. Lo que pasó en la obra pública después de las elecciones del 2017, fue peor en vivienda. Ya era de por sí un área en la que no creían que el estado tuviera que tener un rol preponderante. Y eso, como gestión, nos dejó todo parado. Muy poco en curso. Tuvieron la posibilidad de finalizar la obra, pero no lo hicieron pese a que había margen para hacerlo.

P.: ¿Y con qué se encontraron?

A.S.: Lo que estaba eran viviendas de 2015 con un índice de vandalización altísimo. Seguimos reactivando esas viviendas, pero a nivel administrativo y legal es un desastre. Ahora estamos reactivando 1500 casas que se empezaron a construir en 2012. Eso te obligaba a retroceder mucho. A romper, mirar y construir. Es más difícil que empezar de cero. Empezar una vivienda por la mitad que estuvo parada 10 años es una cuestión ideológica. Si el estado no hace, el mercado no lo cubre.

P.: ¿Cuáles son los desafíos por delante?

A.S.:. Tenemos 8 mil casas cuando el Instituto de la Vivienda nunca había superado las 2 mil. Y queremos llegar a 10 mil. Son proyectos que directamente hace Vivienda y le sumamos la infraestructura, resolviendo lo de abajo. Hoy hacemos todo. Eso nos permitió llegar a más terrenos. Solucionamos todo en una sola obra. Es por eso se ha generado una dinámica interesante. Tener 8 mil viviendas iniciadas y firmadas. Lo veía como un desafío difícil y el contexto económico es complejo. Pero hoy avanzamos con una curva de inversión estable, sin paralización. Ese es el desafío que tenemos. Y, además, no hay mano de obra disponible para construcción en el interior. Lo cual también se convierte en un cuello de botella. Por eso necesitamos mayor formación en construcción para poder seguir avanzando.