Para esto, y tal como adelantó este diario, Guzmán cuenta con un dos apoyos fundamentales. El primero es que Alemania y Francia ya dijeron que le abrirán las puertas al ministro para llegar a un acuerdo conveniente para las dos partes, y que este sea ejecutado lo antes posible. El segundo es que se mantiene “on track”, y aún con dificultades, un acuerdo con el FMI; condición indispensable, irrenunciable e innegociable para lograr un plan de pagos con el Club de París.
La fecha original del 30 de junio del primer vencimiento que ahora fue prorrogado hasta el 2024, había sido negociada por Guzmán en París el 23 de marzo pasado, cuando el ministro se había encontrado en Francia con el presidente formal del organismo, Emmanuel Moulin, extendiendo el “puente de tiempo” que vencía el 31 de marzo, y comprometiéndose Argentina a discutir un nuevo plan de pagos que cierre definitivamente el pasivo. O, en su defecto, un compromiso de pago al contado para cuando el Gobierno disponga del dinero que surja de la aplicación del blanqueo que Diputados discutiría también durante junio, y que implica la disponibilidad de un dinero reconocido como evadido por residentes locales; proyecto que ya tiene media sanción del Senado; y que, según las proyecciones oficiales (algo optimistas) implican la posibilidad de blanquear unos u$s70.000 millones; lo que determinaría ingresos seguros a las arcas públicas por unos u$s15.000 millones. Dinero suficiente como para saldar la totalidad de la deuda con el Club de París y avanzar con los pagos al FMI en 2026.
Dentro del Club, el primer acreedor es Alemania con un 37,37%, dinero generado de manera mixta; con créditos directos para empresas privadas (en los ‘90), sumado a viejas líneas del gobierno alemán a la Argentina de décadas anteriores. En el listado luego aparece Holanda con un 7,98% de la deuda. Se trata de otro caso complicado, donde por cuestiones culturales no existe mucha flexibilidad para países que no cumplen con sus pagos. Los Países Bajos votan tradicionalmente en el board del FMI en contra de los acuerdos que propone Argentina. El cuarto acreedor del país es España, con un 6,68% de la deuda. Es el rezago generado por el crédito que en 2001 giró el gobierno de José María Aznar, para ayudar a sostener la convertibilidad y los giros de dividendos de las compañías españolas radicadas en el país. El total de ese crédito fue de unos u$s1.100 millones, Argentina los declaró en default en diciembre de 2001 con el resto de la deuda externa argentina y durante la primera etapa de gestión de Néstor Kirchner hubo un intento de negociarla por fuera del Club de París, en mejores condiciones que el resto de los acreedores. La presión del resto de los socios de la Unión Europea hizo que el pasivo se sume a la demanda general del Club de París.