Así, desde la consultora dirigida por el economista Sergio Chouza analizaron el “trilema de imposibilidad” que enfrenta actualmente el Gobierno: “Implementar políticas para engrosar reservas, bajar la inflación y mantener el crecimiento”.

En el análisis se señaló, además, que el acuerdo con el FMI “impuso una curva exigente de acumulación de reservas en los próximos años”. “La falta de reservas trasmite presiones alcistas en la cotización del dólar en los diferentes mercados. Eventuales saltos implicarán un alivio para la dinámica de las reservas, pero a su vez tendrán consecuencias sobre la dinámica productiva, producto de que la devaluación es recesiva cuando la restricción de presupuesto es severa y no da margen para aplicar políticas compensatorias. El Gobierno enfrenta un juego de suma cero, donde no puede garantizar la mejora de todas las variables al mismo tiempo”, agregaron.

En ese sentido, de acuerdo a un informe del CESO, “las metas del acuerdo con el FMI, que fueron definidas durante el mes de febrero y aprobadas por el Congreso durante marzo, van en camino a ser incumplidas en los próximos meses”.

“Al finalizar junio, vamos a saber con claridad si se cumplieron o no dos de las tres metas macroeconómicas. Para el 30 de junio, el Banco Central deberá haber acumulado reservas netas por u$s4.800 millones y no debería haber transferido más de $438.500 millones al Tesoro en concepto de adelantos transitorios durante 2022. Estos dos datos oficiales se van a conocer de forma inmediata al terminar el mes. Sin embargo, habrá que esperar un mes más, aproximadamente, para conocer el dato oficial de déficit fiscal primario, la tercera meta clave en el acuerdo, que no deberá superar los $566.800 millones”, señaló el CESO.

Análisis

Al analizar los diferentes aspectos de la realidad económica local y el impacto que puede haber tenido el acuerdo con el FMI, Claudio Caprarulo, director de la consultora Analytica, señaló a Ámbito: “En el corto plazo, era sabido que el acuerdo con el FMI era ‘inflacionario’, ya que el aumento de las tarifas y el tipo de cambio dejan un piso más alto para este año”.

“De todas formas, más allá de lo que plantea el programa, lo fuerte del mismo siempre está asociado a las variables fiscales y cambiarias, más que al crecimiento o, por ejemplo, la inflación. Se refleja en los cuatro criterios de ejecución: deuda flotante, déficit primario, emisión monetaria y acumulación de reservas”, agregó el economista.

En ese escenario, Caprarulo sostuvo: “Desde Analytica sostenemos un crecimiento de 4% de la economía para este año. Respecto a la inflación, nuestra proyección nos marca que ya se ubica apenas por encima del 70%, casi 20 puntos más que en el 2021”.

En cuanto a las metas previstas para el segundo trimestre, remarcó: “El objetivo de acumulación de reservas netas es el más difícil de todo el año: u$s2.900 millones de acumulación. Aún falta un mes, pero parece poco probable su cumplimiento. Lo mismo respecto a la meta de déficit primario. El programa estuvo diseñado antes del impacto de la guerra en Ucrania, lo lógico es que haya una recalibración de los criterios de ejecución que se adapten al nuevo escenario. Caso contrario, el Gobierno debería dar a conocer cómo se van a compensar los efectos de la guerra para poder mantener las metas”.

En la misma línea, Diego Piccardo, economista de la Fundación Libertad y Progreso, remarcó: “La meta de reservas es difícil de cumplir, dado que pasó el mayor período de liquidación del campo y no se pudo comprar divisas como lo hicieron el año pasado. En el segundo semestre lo más probable es que tengan saldo vendedor”.

Con esa premisa, las alternativas que le quedan al Banco Central pueden afectar tanto a la actividad como impactar contra la inflación. “Una de las herramientas que tiene el BCRA para que el desvío de la meta sea lo menor posible es endurecer el cepo cambiario y las importaciones. En caso de que se proceda con este tipo de medidas, es natural que la actividad empiece a desacelerarse. Un ejemplo es el conflicto que hay con las autopartes, si no dejan importar, no hay producción de autos”, señaló Piccardo.

La otra herramienta que tiene el BCRA es acelerar la devaluación del tipo de cambio para acumular más reservas. El problema de esta medida es que tiene impacto en la inflación y, particularmente, en los alimentos. Así, existe un trade-off que el BCRA va a tener que sortear para atravesar el año y que el desvío de la meta sea lo suficientemente corto para que el FMI le otorgue un waiver por el incumplimiento”, concluyó el analista.

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