De todas formas, más allá de comenzar el año con números positivos, las proyecciones para los próximos meses no son alentadoras. Algunos relevamientos privados dan cuenta de una retracción en febrero y algunos analistas pronostican una caída en el nivel de actividad para este año. La sequía, la falta de dólares y la inflación, son algunos de los factores que pueden afectar la marcha de la economía.

Según informó INDEC, en enero 14 de los sectores de actividad que conforman el EMAE registraron subas, entre las que se destacan los de Pesca (+81,2% ia), Explotación de minas y canteras (+11,5% ia) y Hoteles y restaurantes (+8,6% ia). El sector Industria manufacturera (+7,1% ia) fue el de mayor incidencia positiva en la variación interanual del EMAE, seguido por Comercio mayorista, minorista y reparaciones (+5,2% ia).

Por su parte, el sector Agricultura, ganadería, caza y silvicultura (-15,5% ia) fue el único que registró una caída en la comparación con un año atrás, restando 0,7 puntos porcentuales a la variación interanual del indicador.

Qué se espera a futuro

Más allá del crecimiento registrado en enero, las proyecciones para los próximos meses no son demasiado alentadoras. Lautaro Moschet, economista de la Fundación Libertad y Progreso, repasó algunas de las “dificultades que se están presentando este año en la actividad”: “La más evidente es la sequía, cuyas pérdidas derivadas de la producción de soja, trigo y maíz ascienden a los u$s19.000 millones, según la Bolsa de Comercio de Rosario. Esto a su vez, repercute en sectores estrechamente relacionados, como lo es el transporte”.

“Con el correr de los meses, la caída en las exportaciones hará cada vez más evidente la escasez de reservas que tiene el Banco Central y profundizará aún más las restricciones de importaciones. Aquí es donde aparece la segunda complicación que frenará el crecimiento. Las importaciones de bienes de capital y bienes intermedios superan el 50% del total de compras al exterior. Si a esto se le suma combustibles y accesorios para bienes de capital, la participación supera el 80%. Con esto es evidente, que en la medida en la que se restrinjan las importaciones, la industria se verá fuertemente afectada y tampoco podrá crecer”, agregó Moschet.

De hecho, algunos de estos impactos ya se habrían reflejado en febrero. Por ejemplo, de acuerdo el Índice General de Actividad que mide la consultora Orlando Ferreres, el mes pasado registró una caída de 0,7% interanual y una baja del 0,1% respecto de enero. “El sector de la agricultura es por lejos el mayor arrastre negativo, con una caída de 21,6%, enmarcado en el desastre que provocó la sequía en los principales cultivos del sector”, destacaron desde la firma.

De cara a lo que pueda ocurrir hacia adelante, destacaron: “Para los próximos meses no hay señales que permitan ser optimistas; el factor climático sumado a la falta de dólares y el descalabro macroeconómico, junto con un Gobierno sin margen fiscal y un consumo privado contractivo nos llevan a prever que 2023 será un año recesivo”.

En la misma línea, desde LCG proyectaron: “Para el 2023 esperamos que la actividad se encuentre afectada negativamente por una serie de variables. En primer lugar, por la sequía más severa en décadas, que significaría una merma del orden de los u$s15.000 millones en exportaciones, lo que tendría su correlato en una menor disponibilidad de divisas para importaciones”.

“Por tal motivo, el condicionamiento sobre la operatividad del sector industrial sería más palpable que el año pasado. Por otro lado, con una inflación que continúa elevada y navega a ritmos del 105-110% anual, difícilmente pueda esperarse una recuperación de los salarios y, con ello, del consumo. Asimismo, en medio de una campaña electoral, no somos optimistas a que la inversión sea un factor que traccione la actividad durante este año. En síntesis, proyectamos una caída en torno al 3,8% anual promedio”, remarcaron desde la firma.

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