Es para los bears que lo miran por YouTube. El último miércoles el mercado bull chocó de frente con los balances de Tesla y Alphabet (Google). No es que las ganancias fueran exiguas, pero no estuvieron a la altura de lo que se esperaba. ¿Se exageró el fervor por la inteligencia artificial? Las dudas repiquetean hace un tiempo. Solo faltaba un disparador convincente. Y con el chubasco no previsto de los balances, la fiebre bajó en el acto. No se salvó nadie del castigo, pero descollaron el S&P 500 y el Nasdaq. Ambos se hundieron en su caída más profunda desde 2022. ¿Llegó por fin la hora de la corrección? Si llegó, pasó de largo.
Tanto es así que el viernes no quedaban rastros de un cambio de clima. La Bolsa funcionó a toda orquesta. El Russell 2000 tomó la lanza y abrió el camino. Trepó 1,7%. Ya se dijo: los últimos ahora son los primeros. Lo acompañó el Dow Jones Industrial con un avance de 1,6%. Pero también los magullados S&P 500 (+1,1%) y Nasdaq (+1%) los siguieron de atrás. Ninguno de los once sectores del S&P 500 se privó de subir. El mercado bull corcovea, se transforma, y no se rinde. Ya no depende exclusivamente del brillo de siete fabulosos papeles (y de engrosar su también fabulosa valuación). Demostró que si ese fulgor oscurece tiene otros argumentos en los que montarse.
La rotación se consolida. Soportó el desaire de los balances, que no se limitó a Tesla y Alphabet. LVMH (Louis Vuitton), Deutsche Bank y Ford, en sectores tan diversos como el consumo de lujo, la banca y la producción automotriz, tampoco aprobaron el examen. La inflación ya no es un problema (Louis Vuitton padece que el consumidor es reticente a pagar precios más altos). ¿Se enfría la economía, acaso? Bill Dudley, el otrora presidente de la FED de Nueva York, está convencido que sí. Quien fuera un crítico severo durante toda la suba de tasas -exigiendo siempre más agresividad desde la tribuna- mudó de halcón a paloma. “Los hechos cambiaron y yo cambio mi opinión”. La mesa está servida para que la FED estrene la poda de tasas en septiembre. Dudley sugiere no demorarlo. Recomienda gatillar ya, el miércoles cuando concluya la próxima reunión.
¿Las razones de la urgencia? El aumento rápido y sostenido de la tasa de desempleo. Si la desocupación escala una décima en julio, acumulará un avance de medio punto desde los mínimos (de los últimos seis meses), y se cumplirá la regla de Sahm. ¿Será la confirmación de una recesión? Tal es el récord de la regularidad descubierta por Claudia Sahm. El viernes se conocerá el informe laboral. Dudley aconseja obrar antes. La Bolsa que siempre se anticipa, ¿no está intuyendo lo mismo con sus recientes revolcones?
¿Recesión? ¿Dónde? Solo en los pronósticos que no se cumplen
Las dudas existen. Nos acompañan hace años. La Bolsa predijo con su mercado bear de 2022 una recesión que no ocurrió. La canasta de indicadores líderes mantuvo su presagio hasta el año pasado (y aun hoy retrocede). La curva de rendimientos de los bonos del Tesoro es todavía más recalcitrante (aunque ahora su pendiente comience a retractarse). La regla de Sahm, que Dudley invoca, no es un pronóstico. Es un atajo para obtener una confirmación temprana. ¿Estamos entonces al borde de la recesión? Nada mejor que inspeccionar al sospechoso. La Bolsa se hundió el miércoles, y resucitó el jueves y viernes. ¿Qué pasó? La economía presentó credenciales impecables. En el segundo trimestre creció 2,8% (un punto por encima de la tasa potencial en pleno empleo). La demanda final del sector privado interno, 2,6%. El consumo privado, 2,3%. La inversión fija, 3,6%. Las importaciones, 6,9%. ¿Recesión? ¿Dónde? Solo en los pronósticos que no se cumplen. La regla de Sahm puntualiza el ascenso del desempleo. A la par, el empleo, que es lo que tira del carro, no se detiene. La inflación, el viernes, medida por el deflactor del consumo personal de junio puso el broche de oro: 2,5% interanual. La navegación procede con suavidad. Es cierto, puede haber complicaciones puntuales. Pero no es una emergencia. Para nada. La FED bajará las tasas en septiembre porque su política es restrictiva y prevenir es mejor que curar.
La Bolsa confía en el aterrizaje exitoso, y también le pone paños fríos a la fiebre por la tecnología. La rotación es la solución a mano. El mercado bull no está en la picota. Esto no es una corrección, porque si lo fuera las acciones de medio pelo no tendrían ninguna chance. Sí es una depuración de los excesos. En la semana, el Nasdaq cayó 2%. El S&P 500, 0,83%. Las small caps -el Russell 2000- crecieron 3,5%. Es la economía, estúpido. Y ya no la moda del momento. El último mes, el Nasdaq retrocedió 3,5%. Los fondos ETFs de acciones de compañías medianas aumentaron 5,6% y los de firmas pequeñas, 12%. El mercado bull cambió de monta. La inteligencia artificial y la tecnología desensillaron. La Bolsa se las arreglará con la buena salud de la economía real, una inflación obediente y la promesa de una próxima baja de tasas que despeja el camino hacia delante.