El Financial Times, acaso el diario más influyente en el mundo financiero, lo hizo de nuevo. Hace apenas algunas horas, en un artículo de su corresponsal local, calibró el comunicado del FMI sobre la Argentina, al señalar en su primer párrafo que, por ahora, y hablando del dólar, no hay plata.

En ese contexto, el FT le preguntó a Pablo Quirno, secretario de Finanzas, por esta situación a lo que el funcionario retrucó que la Argentina y el FMI han comenzado a discutir un nuevo acuerdo y que el país no está hablando con el organismo “desde una posición de necesidad” de dólares…. En esa línea, es válido citar a la otra fuente que consulta el FT, Sebastián Menescaldi, director asociado de la consultora EcoGo, cuna y enlace umbilical del equipo económico (Furiase-Vauthier) del ministro Luis Toto Caputo. Dice EcoGo: “Un nuevo acuerdo con el FMI vendrá después de las elecciones de medio término del 2025, cuando un resultado favorable (de Milei) actuará como trampolín para implementar las reformas estructurales que pide el FMI”.

El favorcito del FMI: Kristalina tienes un email

Mucha expectativa generó el comunicado del FMI. Y hay una perlita relacionada con la “competencia de monedas”. El organismo destacó que la Argentina cumplió las metas de reducción del déficit fiscal y de compra de reservas del Banco Central y que, por esa razón, no fue necesario solicitar un waiver (perdón) destinado a obtener el desembolso de junio. Y que «sobre la base de unos resultados mejores de lo esperado, el personal técnico del FMI y las autoridades argentinas llegaron a un entendimiento sobre las políticas para seguir afianzando el proceso de desinflación, reconstituir las reservas internacionales, apoyar la recuperación y mantener el programa firmemente encauzado».

Sin embargo, lo que mayor realce logró, fue la mención de la “competencia de monedas”. Esto fue así por una razón obvia: no fue el FMI el autor de la mención, sino el propio Gobierno, encargado de redactarle el comunicado al organismo. Así se entiende que, en el marco del comunicado, se hable de “transición hacia un nuevo régimen monetario (que involucra la competencia de monedas)”. Y así se comprenden también otras menciones “de carácter político partidario” que curiosamente incluyó el organismo en el comunicado como “herencia”, “más rápido de lo previsto”, “el primer superávit fiscal trimestral en 16 años”, “la rápida caída de la inflación” y “el cambio de tendencia de las reservas internacionales”.

Pero por supuesto, la hilacha asomó del todo en este párrafo que supuestamente redactaron Kristalina Gerogieva y su equipo: “Paralelamente, y en un contexto de una contracción de la actividad económica que empezó a fines de 2023, las autoridades han realizado esfuerzos significativos para ampliar la asistencia social a madres y niños vulnerables, así como proteger el poder adquisitivo de las pensiones. Se sigue avanzando en la ampliación del apoyo político y social a estos esfuerzos y en la lucha contra intereses arraigados”.

Los perros de Giacomini: la hipótesis del plan económico

El Gobierno trabaja la expectativa por sobre el resto de las variables. Sirve para entender la mano fantasma, el ghost writer, en el comunicado del FMI. Pero también otras cosas. Lo señaló el economista Diego Giacomini, conocedor como pocos del presidente, que publicó una hipótesis interesante la de los dos mastines: el actual plan monetario desinflacionario es una mezcla de dos vertientes diferentes de la escuela de Chicago y ambas trabajan sobre lo mismo, la expectativa: 1) el modelo de Milton Friedman con expectativas adaptativas y 2) el modelo de Robert Lucas Jr. con expectativas racionales que habían sido originalmente desarrolladas por John Muth (1961). Superponiendo las dos teorías, Giacomini augura un desenlace con puntos suspensivos: “un gobierno con reputación, credibilidad y un plan económico consistente convence rápidamente al público de que la inflación bajará y como consecuencia, las expectativas de inflación se desploman y la inflación baja fuerte y rápido.

Si esto sucede, el Gobierno no tiene necesidad de desplomar fuertemente la economía real para que baje la inflación. Por el contrario, el actual gobierno tiene que desplomar la tasa de crecimiento del producto y aumentar el desempleo, porque tiene un problema de credibilidad que hace que las expectativas de inflación no se desplomen y, por ende, la inflación no pueda bajar rápido y fuerte”.

Dólares no hay: atraso y un viaje al desahorro de la clase media

El conjunto se imbrica en el “cuadrante” del fondeo que el presidente Milei necesita para levantar el cepo o, en todo caso, para no enfrentar las presiones derivadas de la virtual tendencia al atraso cambiario que podría generarse de aquí en adelante.

Aunque se ha escrito mucho, conviene recordar una de las tantas inconsistencias que viene teniendo lugar en el esquema propuesto por el presidente: la apuesta a una baja en la tasa de interés con ancla cambiaria del BCRA, es decir, la superlicuadora que estrenó Milei hace algunos meses y que recibió un nuevo reseteo esta semana. Para algunos analistas, el crawling al 2% (la devaluación en minicuotas del Banco Central) es parte del enamoramiento que podría generar un problema futuro.

Lo dijo esta semana el economista Miguel Angel Broda, cuando estimó un tipo de cambio que, para conservar su ventaja inicial, debería rondar los $1500. ¿Hasta dónde quiere llegar Milei en su promesa de bajar la inflación? ¿En qué medida la continuidad de la licuadora pone en discusión la supuesta mejora de los precios relativos que explicó el presidente en el Cicyp esta semana? ¿Acaso no debería pasar del ancla cambiaria al ancla fiscal sin licuadora? ¿En qué punto la estrategia de ir moviendo la liquidez de un lugar a otro, del BCRA al Tesoro, todo tasa negativa, y la deuda consecuente, funciona en la mirada del “mercado”?

La cotización del dólar parece haberse despertado. La mención del jefe de Gabinete, Nicolás Posse, de los “dólares que los argentinos guardan debajo del colchón”, generó espuma en los comentarios. ¿Sin dólares del FMI y China, con media intensidad en la liquidación del agro, hasta dónde se puede llegar en el fórceps del desahorro de la clase media? Ayer, el dólar informal trepó a un nuevo máximo (desde el 21 de febrero), cuando llegó a cotizar $1.115 para la venta, y superó al CCL, si bien en la jornada de hoy retrocede parcialmente. Para el oficial, lo que se sabe: $890 ¿Qué piensa el presidente? ¿Atraso cambiario? Un vocero de Milei se encargó por estas horas de plantearlo: “el dólar no está atrasado, sino que sobran impuestos y empleados que le quitan competitividad a la economía”. Pero habrá que ponderar también otras cosas: la suba de las tarifas, y la perspectiva de una economía recesiva sólo dejan la expectativa para el campo y los hidrocarburos, el negocio exportador. Continuará.

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